lunes, 1 de abril de 2013

Vómito existencial


Vale, aquí estoy. Los dedos sobre el teclado y la mirada fija en la pantalla: no me levantaré de aquí sin haber escrito algo digno de... Oh, joder. Enseguida vuelvo.

Bueno, ahora sí. Escribir, escribir, escribir. Antes venía, me sentaba y no paraba. Ahora es que no sé, le doy vueltas a todo. Le doy vueltas a TODO, joder. No sólo acerca del qué decir, sino también del cómo; y eso es normal, claro, en ello consiste saber hacer las cosas. En saber CÓMO hacerlas. Ahora las sé hacer BIEN. Pero, ¡ah! No las hago. Sé mucho (en realidad no), pero hago poco. Recuerdo cuando volvía del conservatorio medio enfurruñado con la vida, me encerraba en mi cuarto y le daba caña a los In Flames mientras se hacía la cena, y yo cantaba por encima de la música y todavía me sobraba tiempo para sentarme y escribir alguna pequeña irreverencia en mi primer blog. Ahora sé algunos trucos para escribir mejor, entiendo mejor la estética de la palabra y todo eso, pero da gracias si escribo una entrada por año. En algún lugar oí decir que el verdadero arte sólo se manifiesta a través de la energía de la desesperación. Parece que me falta de eso. Energía, en general.

¿Lo ves? Ya he terminado un párrafo y ya me estoy relajando. Casi me da ganas de prepararme un zumo, un vaso de leche, un algo. Apartarme, ya continuaré luego; OH, SÍ, CLARO. SEGURO QUE SÍ. No, hemos quedado en que no te vas de aquí hasta que termines. Tsss, no pienses tanto. No pienses, escribe.

¿Cómo he llegado a esto? De crío solía ser un jodido huracán, no paraba de hacer cosas. Será por aquello de hacerse mayor y ver cómo la mierda se desparrama en todas direcciones y no saber cómo actuar frente a ella. Desilusión es la palabra. DESILUSIÓN. Fea y llana desilusión. Llevo toda mi vida deseando estar en Bellas Artes. Tal cual. Desde que tengo uso de razón he querido ser dibujante. Un día se lo dije a mi madre y ella me dijo que para eso tenía que estudiar Bellas Artes, y desde entonces he querido estar en Bellas Artes. Yo debía tener, no sé... ¿nueve años? Por ahí. Tal vez menos. Desde entonces he querido cursar las jodidas Bellas Artes. Eran un referente para mí, un faro en la neblina del futuro; algo que iba a hacer sí o sí. De hecho, me veía convertido mágicamente en artista en cuanto las hubiese cursado. Qué iluso. Recuerdo que me imaginaba a mí mismo súper adulto, frente a una inmensa mesa de dibujo, haciendo cómics. Creo que me imaginaba incluso casado a estas alturas, y con hijos. Un locurón, vaya.

Pero mírame: tengo veinticuatro años y toda la seguridad que yo sentía, todo el camino recto y decidido que había emprendido se ha torcido, ensuciado, roto, deformado. La carrera es una mierda, las personas cada vez me gustan menos y mi escala de valores no tiene prácticamente nada que ver con lo que fue. Es todo tan falso y arbitrario y vulgar que me aburro y me tiendo en la cama y me aburro todavía más. Estoy vacío, apenas me doy cuenta de lo que hago, y mucho menos de por qué lo hago.

Me cuesta escribir, me cuesta dibujar, me cuesta componer. Me cuesta relacionarme con la gente. Continuamente me siento adormecido y con el cerebro abotargado. Todo esto es... extraño. Yo antes no era así. Algo me ha pasado en los últimos años, porque yo antes no era así. Bueno, de hecho me han pasado unas cuantas cosas. Pero no quiero hablar de ellas.

Sigue, sigue escribiendo. Esto... Por primera vez en mi vida, no sé... temo por mi futuro. Temo por lo que pueda venir, lo veo todo negro. A veces trato de convencerme a mí mismo de lo maravilloso de un futuro abierto, pero no tardo en pensar de nuevo que tal vez no esté tan abierto, y que tal vez estoy abocado al fracaso. He visto alcanzar el éxito a algunas personas de mi alrededor, todas ellas muy diferentes a mí, algunas de las cuales no lo merecían de ningún modo; he oído también elogios dirigidos a personas que considero deleznables. Me pregunto si lo mío es un problema de base, de que no veo las cosas como la gente normal.

Creo que necesito un asidero; tal vez independizarme de una vez. Tener un empleo, quizá (ya va tocando). Volver a sentirme orgulloso de mí mismo, aunque sólo sea superficialmente. Una motivación. Algo.



2 comentarios:

  1. Si te sirve de algo (que no creo, pero bueno) no eres el único que se siente así, créeme. A mí me pasa exactamente lo mismo, la diferencia es que yo estoy en medio de un proyecto bastante divertido y no quiero parar, me gustaría que me llevara a algún sitio y me niego a detenerme. Pero la realidad es que tengo muchas dudas. Sé que en algún momento me veré en un callejón sin salida. Sé que en este país no hay industria y sí mucho mamoneo y mucho aprovechado. Sé que de alguna manera o me tocará emigrar o buscarme otra cosa. Y si es lo segundo, creo que me deprimiré muchísimo. Yo veo el futuro tan negro como tú. Debe ser el irónico "inconveniente" de haberlo tenido todo siempre tan fácil y con tantas promesas para el futuro.

    En fin, que es increíble que tú y yo todavía no hayamos quedado un día en un bar con una bebida en la mano charlando de nuestras neuras, porque compartimos muchas. Solo que tú eres más honesto, ya que las expresas sin tapujos, yo lo disimulo más.

    Un saludo y ánimo. Intenta ocupar tu tiempo. Lo mejor es estar siempre ocupado.

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    1. Estaba haciendo tiempo para ver si alguien más se animaba a decir algo, pero está claro que este blog está ya muerto y enterrado. Te agradezco el comentario y la rapidez con que lo escribiste; y a ver si cae la breva y nos vemos este verano, que de no ser por el Facebook te habría perdido la pista hace siglos ya.

      ¡Otro saludo y suerte con tu proyecto!

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