jueves, 12 de noviembre de 2009

NOVELA - El Retrato de Dorian Gray, por Oscar Wilde


“Querido muchacho, los que no aman más que una vez en su vida son los verdaderos frívolos. Lo que ellos llaman lealtad y fidelidad, lo llamo yo sopor de la costumbre o falta de imaginación. La fidelidad es a la vida sentimental lo que la estabilidad es a la vida intelectual: una declaración de impotencia, nada más. ¡La fidelidad! Algún día la analizaré. La pasión de la propiedad está en ella. Hay muchas cosas que abandonaríamos si no tuviésemos miedo de que otros pudiesen recogerlas”.
Atravesé los primeros capítulos de este libro con amargura, y he llegado al final necesitando tener cerca una libreta donde apuntar algunos de los sabios pasajes que se esconden en su interior. El Retrato de Dorian Gray (1891), de Oscar Wilde, es sin duda una obra ante todo inteligente, de términos pomposos pero mensajes directos, agridulce apología de un hedonismo decadente que representa los más sutiles recelos del hombre y los pone en tela de juicio. Por medio del desarrollo de la idea de Belleza que Lord Henry Woton -protagonista del primer tercio del libro- profesará a lo largo de la historia, los pilares de la moral de la Inglaterra victoriana quedarán en entredicho, y, sus intereses, ridiculizados. Del mismo modo, las vivencias del joven Dorian Gray entrarán en consonancia con las pasiones del lector y lo obligarán a sentir, al igual que él, la corrupción del gusto y del placer, inherentes en su propia alma.


 Míster Gray es un adolescente de una belleza física absolutamente deslumbrante, que cuenta diecisiete años de edad cuando conoce a Lord Henry, un cínico vividor amigo del pintor para quien el joven dedica horas y horas de posado. Basil Hallward, este pintor, está enamorado de la inocencia de su espíritu, y detesta la idea de que Henry la contamine con su peligrosa filosofía; lo cual no impedirá que éste ejerza un dominio cada vez mayor sobre el joven hasta llegar a maravillarlo con sus ácidas verdades. Pronto, la vida de Dorian dará un giro de cientochenta grados. Tras su primer desengaño amoroso -teñido de tragedia- descubrirá que el retrato que Basil le pintó carga ahora con las consecuencias físicas de la edad y el pecado: su figura pintada envejece y se afea mientras él conserva su belleza y juventud inmaculadas. Sacando el máximo partido a la situación, Dorian caerá en una espiral de sexo, drogas y sonatas de Chopin que lo llevará al límite de la cordura.
Wilde salpicó su novela de metáforas que hacen referencia al mundo del arte. Sus personajes debaten continuamente sobre ello: especulan acerca de la relación que tiene Basil con respecto a su obra, comparan el suicidio de la actriz amada por Dorian con una pieza teatral... el propio Lord Henry habla a menudo de la Belleza como un valor superior o, cuanto menos equivalente, al Bien. Pero la metáfora más evidente es la que genera el retrato que da nombre al libro en contraste con su modelo. El contraste del significante con su significado, de la apariencia con la realidad. Cuando sus papeles se invierten y es el cuadro el que carga con las consecuencias de sus actos, Dorian se transforma en el significante y, la pintura, en el significado. Esto nos insinúa el enorme abismo que separa ambas dimensiones, la gran mentira del arte, el cual Lord Henry tacha de estéril, para nuestra sorpresa, cerca del final. Atendiendo especialmente al desenlace del último capítulo, parece obvio que el mensaje más importante de El Retrato de Dorian Gray es que el único arte auténtico, real, es el de vivir y construirse a uno mismo. Las disciplinas artísticas no son más que una preparación, un ensayo. Cascarones vacíos, falsas apariencias.


 Dicho esto, sólo me resta explicar la razón por la que los capítulos iniciales me resultaron tan desagradables. Fue por culpa de la conducta del narrador, que al principio parece apoyar automáticamente todo lo que Lord Henry Woton predica. Su punto de vista es, desde luego, interesante, pero en absoluto irrebatible. Que los demás personajes lo miren atónitos y se queden embelesados por su inteligencia cuando hace gala de su fina ironía resulta en ocasiones ingenuo y pueril por parte del autor. Sin embargo, esta situación cambia, por fortuna, antes de la mitad de la historia, cuando Dorian Gray asume el papel protagonista.
En el prefacio del libro, Oscar Wilde nos dice: “Ningún artista tiene simpatías morales. La simpatía moral de un artista es un amaneramiento imperdonable de su estilo”. Pues bien, durante el primer tercio de la historia, él mismo parece contradecirse completamente. Por otro lado, conforme ésta se desarrolla, su carácter pragmático se abre y da pie a la ambigüedad. Cuando acaba, deja al lector con un elaborado manifiesto de la perversión entre las manos, que muestra su debilidad fatal en su culmen.
Una vez finalizada la lectura, Wilde consigue hacernos reflexionar acerca de nuestra propia vida, de nuestro pasado y de lo que deseamos para nuestro futuro, y eso es verdaderamente admirable.

5 comentarios:

  1. yo no lo he leido todavia,parece muy interesante si uno logra superar esos momentos pomposos que alberga el libro,como ese capitulo del rollo ese de napoleon y banalidades varias,afortunadamente e la historia se vuelve mucho mas interesante despues.aunque el mas ingenuo sea basil creo que dorian tambien era ingenuo y falto de experiencia al dejarse embaucar asi por henry,y como dice oscar wilde somos obras de arte en plena elaboracion y en continua evolucion,y tal vez solo nos completamos en el momento de nuestra muerte aunque tengo mis dudas sobre eso,para mi seriamos una obra completa solo cuando consigamos sentirnos plenos totalmente.

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  2. PD:se me olvidaba decirte que me gusta mucho la tira de esta semana :).

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  3. ^^ Gracias.

    El capítulo maldito es el número 11. ò_ó

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  4. Menudo nivel lleva usted, señor D, ¡ya me gustaría a mí expresarme la mitad de bien!

    Para decirte algo coherente tendría que releerme el libro y si te soy sincera me da un poco de pereza XD Oscar Wilde es un poco barroco en su forma de escribir y se hace pesado.

    Espero que este trabajo te lo puntúen alto, porque lo merece :)

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  5. Excelente analisis de la obra con un dominio magistral de la palabra envidiable.

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