lunes, 4 de enero de 2010

Todo es falso



No hay nada que me irrite más que la poesía gratuita. Demasiadas veces en la vida el hombre cae en el vicio de pintar el mundo con unos colores, a mi juicio, de lo más estridentes. Su calidez adormece la soledad, su luminosidad sosiega el miedo, y eso siempre gusta... pero olvidamos algo importante. Olvidamos que los colores están hechos de pigmento, que su materia es artificial. Todo lo que dice el poeta es falso. Todo lo que pintamos oscurece la verdad. Cuando el pintor muere, deja tras de sí una realidad confusa, más hermosa, tal vez, a primera vista, pero que con el tiempo provocará el dolor y la locura en sus hijos. La realidad es un muro, eso antes lo sabíamos. Pero nuestros padres pintaron sobre él, y ahora todo lo que vemos es un bonito mar de colores que nos cierra el paso. Y no sabemos por qué, y nos sentimos perdidos. Pero no por ello dejamos de pintar.
Si nuestro lienzo es la realidad, nuestro pincel es la mentira; y me temo que, quien más quien menos, todos somos artistas. Todo el mundo miente, cuando ve algo en su lienzo que no le gusta, da un brochazo y lo esconde. Así, cada uno de nosotros pinta su propio autorretrato y lo exhibe con alegría o timidez, esperando, normalmente, agradar a los demás o, cuanto menos, afectarles de algún modo. Vale la pena dedicar un minuto a pensar en ello: el único motivo para mentir es manipular al prójimo. Manipular su visión de las cosas y, principalmente, de nosotros mismos.
Y cuando una cosa es manipulable, la denominamos objeto. Al mentirnos los unos a los otros, nos objetualizamos. Herimos nuestro libre albedrío, ofendemos y humillamos lo más humano que hay en nuestro interior. Al fin y al cabo, ¿cuál es la diferencia? En su afán pictórico, nuestros padres compusieron los términos de “objeto inerte” y “ser vivo”. ¿Por qué no “ser inerte” y “objeto vivo”? Es todo léxico valorativo. Expresiones diseñadas para hacernos sentir superiores, importantes. Pero tanto las farolas en la calle, como las ratas, los gatos y nosotros mismos nos dedicamos básicamente a lo mismo: a existir.
Las personas somos objetos, objetos sexuales, de hecho, tanto hombres como mujeres. Esto es lo que nos atrae, lo que nos ata. Todos utilizamos a diario a nuestros semejantes, en especial a nuestros seres más queridos, y, para no sentirnos culpables, lo llamamos amor... sin duda, la obra maestra de nuestra pintura. Pero si las personas somos objetos, entonces el amor es codicia.
Anhelamos la presencia de nuestro ser amado, y, al hacerlo, anulamos su voluntad; de nuevo, lo objetualizamos: queremos usarlo, sea al nivel que sea. Usar su belleza, su amabilidad, su inteligencia, su dinero, su sexo... todo para nuestro deleite personal. El amor es una pura cuestión de egoísmo. Aceptamos que la otra parte nos utilice a cambio, pero sólo para garantizar nuestra futura satisfacción... y aún tenemos la desfachatez de creer que lo hacemos con desinterés. Al final, cuando su presencia ya no nos deleita, o lo abandonamos a él o nos abandonamos a nosotros mismos.
El egoísmo es algo despreciablemente maravilloso. Es el resorte supremo que hace funcionar todo el mecanismo de la Naturaleza. Cuando un animal se mueve está consumando el deseo absolutamente arbitrario y déspota de moverse, de conquistar el espacio colindante y desplazarse a través de él. Cuando come, está destruyendo la estructura vital de otro ser vivo para fortalecer la suya propia. Cuando cría, está asegurando la pervivencia de su estirpe. Todo lo que vive bulle en egoísmo... un ser vivo no es más que un objeto egoísta.
El ser humano no es una excepción. Además de profesar las ya mencionadas, el homo sapiens ha sabido crear nuevas y diversas maneras de entender el egoísmo: el mercado, el empleo, la política... ha desarrollado la sociedad. Pero el egoísmo de la sociedad no es igual que el de los animales; tiene un toque de color. A ese egoísmo lo llamamos moral.
El egoísmo de la moral es especial, porque no nos brinda bienes ni placeres inmediatos, y ni siquiera asegura nuestra supervivencia... es un egoísmo que va hacia adentro. Un ideal endógamo, puesto que pierde todo su valor cuando nos encontramos fuera de la civilización. Es un egoísmo mentiroso y, a la vez, un acto de fe: actuamos con ética con la esperanza de que los demás también lo harán. Ayudamos a nuestro semejante porque entendemos que él haría lo mismo por nosotros. Eso es la moral... un trato, un negocio. Y es la base de la sociedad, lo uno no puede entenderse sin lo otro. Todo es falso.
Y es que a nadie le importa la verdad. Todos viven su vida en paralelo al mundo que les rodea. Lo ven, lo pisan, pero no les concierne. La mayoría de gente sólo ve los colores sobre el muro. Los ve, y pasa de largo. Pocos son los que, atraídos por el misterio de su erotismo, llegan a tocarlo. Pocos, los que sienten la realidad. Sin embargo, todos nos acercamos alguna que otra vez a lo largo de nuestra vida: cuando se rompe un romance, cuando nace un familiar, cuando muere un amigo. Estos acontecimientos dirigen nuestra mirada hacia pequeños resquicios sin pintar, a través de los cuales podemos ver el color auténtico del muro... pardusco, oxidado. Viejo.
Rara vez resulta agradable. Por eso, tratamos de olvidar. Cada uno a su manera, todos tratamos de olvidar nuestra naturaleza mundana, animal -objetual-, efímera y prescindible. Nos llenamos la cabeza de dioses y fantasmas, de arte y de ciencia, de poesía... al final, todo es lo mismo. Un sedante. Un lamento.
El conocimiento es un lamento.



9 comentarios:

  1. Hey, he dibujado al primo del logo del Scattergories!

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  2. Efectivamente, el primo listo del Scattergories XDDD

    Me gusta lo de "el conocimiento es un lamento". Parece un poco el contrario de "la ignorancia es la felicidad".

    De todos modos, si aceptas y reconoces que es un sedante, que al fin y al cabo es mentira, pero que vas a seguir practicándolo toda tu vida... ¿en qué se convierte? ¿En una droga?

    Creo que voy a vivir de drogas y egoísmo toda mi vida xD

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  3. Me gustan mucho tus dos apuntes, lo de la contraposición y el concepto de droga. No se me habían ocurrido y están implícitos en lo que quería decir. (Y)

    Muchas gracias por tu tentáculo.

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  4. creo que yo he viso demasiadas grietas en mi pintura para que esa realidad adornada me sede,aunque supongo que es lo que todo el mundo quiere y necesita para no hundirse en numerosas ocasiones.

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  5. No hay por qué darlas! :)

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  6. Tu tira de hoy es como el dicho ese: "Más vale pájaro en mano que ciento volando". (o que patá en los wevos XD)


    Sí... ya sé que no ha sido una aportación brutal...

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  7. Es cierto que vivimos rodeados de sociedad, sociedad que está construida sobre cimientos que en absoluto tienen que ver con los principios de la vida. Pero... oye, "¡¡Seamos felices en nuestras drogas y música ligera!!"

    Estoy haciendo el logo para mi inminente blog, quiero incluir enlaces a tu blog, el de pako y el mío en los créditos de Sometimes. ¿Qué te paice?

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  8. Hombre, Mig, cuanto tiempo sin verte por aquí! Me paice genial, claro, adelante.

    Ya me avisarás cuando tengas el blog a puntorl.

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  9. ¡Hey, te estás haciendo mayor! Cuando dejes de asombrarte de la naturaleza humana ya lo serás del todo. Da la impresión o de que estás mu depre o de que te pones a escribir después de un buen pedal, justo cuando estás en pleno bajón. Ten en cuenta que en esos momentos no somos objetivos...

    ¿Hipócrita? ¿No puedo ser simplemente realista? O práctico. Me gusta más estar contento que triste, qué le voy a hacer.

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