miércoles, 16 de septiembre de 2009

Narrativa automática


Me pongo y no puedo. ¿Qué ocurre? Me siento impotente. Estoy nervioso, muy nervioso, quiero crear, hacer cosas, mover el mundo, amar, caer, vivir. No puedo mover las piernas, un mafioso ha venido y trata de lanzarme al río. ¡Cuidado! Seres del espacio han llegado para hacerse con la Tierra. ¿Tendrán alguna posibilidad contra mi láser derrite-cerebros? No lo creo. Creo que puedo escuchar el latido de mi mente. Se abre, se abre, se abre. Crece y se ensancha y cada vez puedo percibir nuevos y mayores peligros. Los enemigos del metal cuentan con mi presencia. No importa.
¡Venga, venga! Lo tengo en la punta de la lengua. Foco. Necesito foco. ¿Cómo voy a salir adelante si no soy capaz de cazar una mosca con un huracán? Tengo metas y tengo pista para despegar, pero, ¿qué le pasa a mis piernas? Se han dormido. ¡Se me han dormido las piernas! Me pegué un tiro, y por eso no funcionan. Cogí la escopeta, todos estaban deseando que lo hiciera, y ¡bam! Caían chorros de sangre, pero era divertido. Me hacía desviar la mirada, y las estrellas eran tan brillantes... veía constelaciones de amor... Dolor en la razón. ¿Quién necesita la razón?
Siento el manto de la oscuridad arrullar mis pensamientos con promesas de ciempiés. Muertos a mi alrededor, la ciénaga del león. Los toco y están fríos como el corazón de Cristo. ¡Cánticos de invocación sean elevados hasta el cielo! ¿Dónde está mi dios? En los confines del universo, y me espera mientras juega a la videoconsola. Tiene miedo, porque soy mejor que él. Echaremos unas partidas con Coca-cola y Ruffles al jamón, y le venceré tantas veces que se hará pequeñito y no podrá coger su pad de control. Entonces se caerá y tendrá que nacer. Lo va a pasar muy mal, y no me importa.
¿Qué ha sido de los alienígenas? Antes querían un cacahuete, y ahora no los encuentro. Me apetece tocar la batería. Y follar, y tocar la batería. ¿Alguien ha visto mi reloj? Lo estoy buscando. Es como si no existiera el tiempo, y tengo miedo. Sexo despiadado en la terraza. Altares en el desierto. Pirámides en Madrid.
Tengo dedos en los pies. Les tengo cariño, se mueven si yo quiero que se muevan. A los demás no les gusta eso. Dicen que tengo pies feos. ¿Debería cortármelos? Ya lo hice una vez, ¿verdad? Seguro. No me di cuenta, pero lo hice. ¿Si tomara prozac se curarían? Pensar en ello no arreglará nada. Debería moverme. Debería romper los muros con mi alma. Pero estoy débil y estoy solo y necesito más cafeína. Ojalá la vida fuera toda cuestión de química. Ah, ¿lo es? Mierda.
Me siento bajo un árbol y observo a los buitres volar. Tengo la gorra de mi pasado y la gorra de mi futuro, ¿qué sombrero me pongo para la fiesta? Desde luego llevaré mis botas de agua. Me encanta saltar sobre los charcos una y otra vez. Y el rol. Me gusta mucho jugar a rol. Aunque hace muchísimo que ya no juego. He perdido la magia. Soy un maldito muggle. Pero aún llevo mi espada al cinto y los ojos en la cara, así que no hay más que hablar. Pobre de aquel que se cruce en mi camino.
Adiós.

3 comentarios:

  1. Esto es como poco propio de ti. Es rápido, es un flash. Me gusta.

    Muggles. Corrientes. No eres corriente.


    Tú salta sobre los charcos que yo miraré desde la acera, esperándote bajo el paraguas rojo.

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  2. quien te a dicho que tienes los pies feos?ellos que saben?

    pensamientos veloces y cruzados,mola.lo de tocar la bateria a ver si lo arreglamos pronto,de momento puedes echarle mano a los bongos aunque no sea lo mismo.rachel tiene razon,no eres corriente.

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  3. qué locura jajaj me ha encantado, un beset

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